Ante una situación social y económica incierta, cuando no insegura, son entendibles el enojo, la decepción, el miedo.
Más todavía cuando uno está golpeado por la pobreza, en donde la carencia es cotidiana, y hasta el hambre está muy cerca.
El asunto es que quedarnos paralizados por el miedo o la decepción, o apenas expresar el malestar con la queja, no nos brinda soluciones. Incluso, muchas veces, quedamos más vulnerables frente a los problemas. Para cambiar, es necesario hacer. Es necesario afrontar lo que pasa, hacer para transformar.
Desde el trabajo en Compartiendo un Sueño sabemos que no es fácil, pero podemos asegurar que es posible. Es posible aún cuando parece que nunca alcanza, que los cambios son muy poquito (es que no dejan de ser importantes).
Si ponerse a trabajar para lograr un cambio es difícil, tal vez sea una buena opción juntarse con otros (a quienes seguramente también les resulte difícil). Así es como elegimos hacer nosotros: compartir los sueños, y trabajar juntos por ellos. No nos falta oportunidad para enojarnos o decepcionarnos, pero intentamos que no nos paralice.
No somos los únicos que asumimos el compromiso de trabajar por una niñez sana, hay muchas personas que dan ejemplos de que es posible transformar. Pero falta el compromiso de muchas otras personas. Compromiso que no sólo es necesario, es urgente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario